El mejor verano de mi vida. Parte 3

 

Ya que habíamos ido a Peñiscola a ver el percal, subimos a ver que se cocía por los bares en el casco antiguo. Nos liamos un poquito. Nos quedamos sin dinerito.

A la mañana siguiente, con resaca. Desayunamos en la furgoneta y decidimos ir a refrescarnos a la playa a pasar el día, nos hicimos unos sandwiches, pillamos unas birras, neverita y a echar el día en la playita. No lo soporto. Calorazo, solaco, hormiguero de mierda… nos hartamos y nos gastamos los últimos veinte pavos en un par de hamacas con toldo frente a la orilla, que le den. Por lo menos con parcela y sombra. Quedaban solo unas horas para currar y estaba la furgo con los trastos aparcada debuty al lado del paseo. Teníamos tabaco, birras y papeo. Ya no hacia falta dinero. Entre baños, sandwiches, birrita y cigarritos, la santa sombra y la brisita de primera linea, paso la tarde. A las ocho recogimos y nos fuimos a las duchas de agua dulce a quitarnos la sal. Fuimos a la furgo, una birrita, un piti, cogimos los trastos y a las nueve y media estábamos en el paseo.

A esa hora hay poca gente, han salido de la playa y están cenando. Sobre las diez comenzó el movimiento. Entre las siete y media y las nueve y media también hay gente en el paseo, pero están agitados, no son un publico paciente, tienen cosas que hacer antes de cenar, las marionetas funcionan, pero no tienen tanto tiempo como para el show, es mejor guardar la energía para la hora punta. La mitad del publico va en toalla con la silla en la mano.

A las diez y cuarto, abrí el paseo con mi primer pase. Grandioso, estupendo, respiro, alivio…hacia muchos días que no tenía la circunstancia tan a favor. Ahí es cuando notas lo que has aprendido mientras lo pasabas mal.

El doctor la reventó pero bién y luego tiré yo un último pase sobre las doce y media o así, ya con menos gente, pero maravilloso. E incluso después, salía una función delicada, pero salía. La probaría yo mañana, así Marquetes se tiraba dos cómodas, como justo acababa de hacer yo. Solo teníamos un ampli y un micro, teníamos que compartir sitio. No podía creer lo que me pesaba la bolsa con dos funciones….ya tenía ganas de volver mañana.

Desayunamos debuty, hoy era sábado y este finde no jugaba España, a por ellos oe. Decidimos pasar de playa y tumbonas de reyes autoproclamados y pasábamos las tardes en el campamento, ensayando, estirando, leyendo… a nuestra bola… a la sombrita. Nos acostábamos tarde y dormíamos hasta tarde.
Estábamos ganando pasta y teníamos todas las necesidades cubiertas, en el club de petanca había duchas, pero como llegábamos a las ocho a Peñiscola y hasta las diez y pico no empezábamos, yo muchas veces me bañaba en el mar a eso de las ocho y media, cuando la gente ya se esta marchando y no hace tanto calor. Cuando deja de oler a crema vaya. Y luego me quitaba la sal en la ducha y curraba fresquito.

Llevábamos allí ya una semana, salvo los días de partido de España, trabajábamos todos… cuando España jugaba, nosotros librábamos.

Aparecieron un día unos Italianos que conformaban un circo callejero, no les fue muy bien, hacían cosas demasiado técnicas y contemporáneas, no era para la calle. Pero eran muy buenos. Estuvieron un fin de semana, nos turnamos con ellos, todo bien. Había para todos. Y como su formato era mas pequeño curraban desde las ocho. Luego ya llegábamos nosotros a las diez. Así que no había problemas. Hicimos migas con ellos, en especial con una chica que se llamaba Ana. Luego desaparecieron.

A las dos semanas ya eramos del barrio, nos conocía hasta la policía, que como no tenían ordenes de prohibir nada, se lo pasaban debuty en los espectáculos. A veces nos cuidaban los trastos mientras íbamos al baño, para caersete las lágrimas.

Todo salía genial, había días de bajón, porque la peña los últimos días repetía por tercera vez. Y ya no eran tan generosos, pero cada diez días, público nuevo. Alquilaban los apartamentos de diez días en diez días. Era perfecto.
Cuando estaba a punto de quemarse el show, llegaban a Peñíscola tres mil personas nuevas.

A comienzos de la segunda semana, llegaron al paseo una pareja que hacia fuego. Es una historia que no me toca contar, solo diré que no eran pareja, eran amigos y venían desde Cataluña en un Opel Corsa con una tienda de campaña en el maletero, haciéndose las terrazas de todos los chiringuitos de la playa. Marcos se enamoró. A finales de Julio se fueron con la furgo a correr aventurillas en verano. Yo decidí quedarme, me iba muy bien estaba a gusto. Ya conocía gente por todos lados y llegaba Agosto.

Aunque llevaba ya cuatro años trabajando en medievales y haciendo pequeños shows para los diferentes pueblos de la zona donde en aquel entonces vivía, y trabajando en Zaragoza con un formato técnico que se componía de un solo número, pero que me daba dinero porque era muy explosivo, con el espectáculo en este formato llevaba apenas dos años discontinuos. Peñiscola 2010 fue el primer momento en el que el espectáculo cuajó. Y no solo en si mismo, si no con la situación, el sitio, el momento y el ambiente. Esto me confundió respecto a mi verdadero nivel y al volver a Madrid el público me dio por el culo y me dejó tirado en la cuneta. Pero esa es otra historia.

El caso es que derepente me vi solo en una situación nueva, y me empecé a sentir raro. Nunca había estado solo trabajando por ahí, Mike Dos Perillas y Marcos siempre habían estado conmigo.

Bajón, me afectó al show. Pero era una tontería, yo era capaz de estar solo de sobra, pero me sentía como apenado a la vez que como un pájaro que vuela solo por primera vez y eso me alegraba pero me entristecía, era una tristeza de perdida y una alegría de superación, pero solo tenía ganas de llorar. Esa noche tuve un duelo conmigo mismo. Al día siguiente había luna llena, curré bien y sobre la una, al acabar el segundo, decidí no tirar el tercero e irme a la playa a hacer una meditación a la luna.

Llámalo casualidad, llámalo magia, llámalo potra….llámalo como te de la gana…dime que soy un flipao. Pero si las cosas ya iban bien (dejando a parte mis sentimientos circunstanciales), empezaron a ir mucho mejor. Y la luna había escuchado todas y cada una de mis palabras.

 

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