Esta es la pregunta a la que se propone contestar el Festival del “Cirque de Demain” cada año.

Un festival es, antes de nada, una fiesta, que, en el “Cirque de Demain”, se asocia a las nociones de expresión y descubrimiento de talentos. En efecto, su fundador Dominique Mauclair, que nos ha dejado poco antes de la apertura de la edición de este año, inventó el concepto para descubrir y promover a jóvenes virtuosos. Desde hace 37 años, el Circo Phénix ve cómo se reinterpretan las diferentes disciplinas. Cómo se crean nuevas formas de hacer malabares, de saltar, de contorsionarse, de sentir la pista y comunicar su arte con el público.

La 38ª edición del Festival del “Cirque de Demain” nos prometía instantes de circo innovadores, fascinantes e impactantes. Lo ha conseguido con creces y hemos salido de las galas A y B del sábado 28 de enero de 2017 con la seguridad de que el devenir del circo está en muy buenas manos y que tiene una capacidad de renovación y de creación inagotable. Cada artista ha entregado al público y al jurado su visión inédita de su disciplina. Así, hemos podido disfrutar de números en los que se han reinventado lenguajes circenses milenarios.

Como de costumbre, todas las funciones fueron presentadas por el ya emblemático Calixte de Nigremont. Tenemos que decir que sus palabras nos han sonado mucho más justas y humorísticas en directo que viéndole a través de la pantalla. Este “Monsieur Loyal” crea una conexión exquisita con el público, que guía con una gran maestría del verbo entre los números. Subraya las informaciones claves para interpretar los diferentes trabajos de los participantes, y siempre elige una anécdota que consigue, con poesía y también mucha cara, sacar una sonrisa al espectador.

26 números, 3 galas y 5 funciones
En un día, hemos visto 26 números repartidos en dos galas, más la gala de los “Lauréats”, a la cual, no hemos tenido el placer de asistir.

Se ha celebrado la primera participación de tres nuevos países: India, con los “Incredible Mallakhamb” (Mallakhamb), Chile, con Alejandro Escobado (malabares), e Irán, con el germano-iraní Saleh Yazdani (Equilibrios). El primero era una demostración de un juego tradicional indio, el Mallakhamb. Era impresionante y original, pero más folklórico y gimnástico que creativo. Hablaremos del segundo un poco más adelante, y, el tercero, en cambio, era de una creatividad inmensa. Primero por su aparato, un caballo para hacer báscula tamaño adulto en el que juega a complicar sus equilibrios perfectos y ejecutados con mucha suavidad. La letra de la música de Dillie Keane “Look Mummy no hands” (Mira mamá, sin manos), añade un toque de humor que le da un color muy simpático y travieso al número.

Los países hispanohablantes estaban muy bien representados.
Representando España, el sevillano DanyzoO mezcla el baile con las paradas de manos demostrando un control del movimiento extremadamente preciso. Es fluido, rítmico, muy novedoso y, me atrevo a decir que es hipnotizador. A pesar de no haber sido seleccionado en la gala de los “Lauréats”, se ha llevado el Trofeo Alexandra Bouglione. El catalán Kerol, programado varias veces por Malabart, como presentador de la 9ª edición de MalabHaría y de la Noche en Blanco de Badajoz 2016, y con su número “Welcome to my head” en las Galas Malabart, era el Invitado especial de la Gala A. Según sus palabras, ha sido una de las mejores actuaciones de su vida, de las que se quedan grabadas para siempre. Y no sería sin motivo: ha hecho ponerse en pie a todo el público, jurado incluido, y Victor Kee haciéndole señales con el pulgar levantado ¡Todo un honor ¡ Si no se ha llevado la medalla de oro, es porque no estaba dentro de la competición…

Argentina ha sido representada por Jose y Dani, con cuadro aéreo. Los saltos y acrobacias de Jose le hacían parecer un gato, o una pantera. La complicidad y la fusión entre los dos artistas eran perfectos y desvelaron una maestría excepcional de su aparato. De hecho, se llevaron una medalla de plata, el Premio del Moulin Rouge así como el envidiado Premio del Público.

Alejandro Escobedo, malabarista chileno formado en varias escuelas, entre ellas la Academia Fratellini, ha presentado una rutina de pelotas diferente mezclada con clown llevada a cabo con mucha soltura. Se ha llevado un Premio especial del Jurado.

Venidos de Guadalajara, los mejicanos Alba e Iván han presentado un número de straps y de suspensión por el pelo. Dos técnicas extremas que nos han dado unos que otros escalofríos.

Marco Motta, hispano-brasileño, tiene un número en que confronta la flexibilidad y suavidad del contorsionismo bailado, con la dureza de los straps. El resultado es altamente estético, mezclando fuerza y elegancia. La elección de la música: “Strange Fruit”, de Billie Holliday, le añade una dimensión reivindicativa de doble sentido muy profundo que me ha gustado muchísimo, igual que al jurado, que le ha otorgado un Premio Especial.

Finalmente, la Compañía Havana, representando a Cuba, ha presentado un número de Cuadro Volante mezclando cuadro ruso, trapecio volante y ritmos cubanos. La energía de los diez artistas, y su talento al ejecutar las figuras les han permitido llevarse una medalla de bronce y el corazón de todos.

Dos estilos de hacer diábolos
Este año, hemos disfrutado de dos estilos radicalmente opuestos de entender los diábolos. Guillaume Karpowicz, francés formado en Francia y en Estocolmo, rompe con el estilo tradicional asiático creando un número geométrico, casi robótico. Dibuja círculos, líneas y puntos en el aire, al compás milimetrado de la música. Rompe con los códigos, tiene humor y es francamente bueno. Nos encantó y se llevó un Premio Especial del Jurado.

En cuanto a Chih-Han Chao, de Taiwan, ofrece una técnica de punta y reinventada, pero en un estilo más en la línea habitual, contemporánea y muy urbana. El público iba de sorpresas en sorpresas, viéndolo realizar sus figuras inéditas (aunque unos dicen que las inventaron hace ya 15 años). Seguíamos cada gesto y respirábamos al ritmo de sus movimientos. Fue una actuación mágica. Sin mucha sorpresa, se llevó una medalla de oro, compartida con “La Compagnie” (Mástil chino y báscula, Francia/Suiza).

El lenguaje poético del circo
Si el circo está hecho de técnica y de disciplina, su alma está en la manera en la que cada artista la reinventa y se expresa a través de ella. Está edición nos ha mostrado muchos números muy poéticos.

Así, Rémi Lasvènes (Francia), propone una « magia nueva » en la que las pelotas desobedecen, riéndose de la gravedad, lo que es totalmente contradictorio con el concepto del malabarismo mismo. Un número exquisitamente delicado, gracioso, hábil y tierno (Medalla de bronce, Premio Yuri Nikuline, Premio Arte, Trofeo de la asociación de los acróbatas de China y Trofeo Bretagne Circus).

Igualmente delicada, Masha Teretieva, artista ruso-canadiense que ha crecido entre camerinos y hoteles ha elegido como aparato… ¡un carrito de hotel justamente! No sé si es por la voz de Jacques Brel cantando “Les Marquises”, su vestuario, su rutina acrobática ejecutada a la perfección, su contorsionismo acorde con las curvas del carrito, o su presencia, pero su número me ha parecido simplemente bello y muy innovador (Medalla de bronce, Premio del Lido de Paris, Trofeo Cirque du soleil, Premio Telmondis y Premio del Club du Cirque).

Para terminar, las propuestas de las compañías chinas no suelen llenarme mucho, porque las suelo ver demasiado grandilocuente. Así, cuando la “Troupe de Zhejiang” anunció que iba a representar el cuento de la “Serpiente Blanca”, cuento más trágico aún que el de Romeo y Julieta, he pensado que no me iba a gustar. Pues, fue una enésima demostración de que los prejuicios son traidores. Si es verdad que había demasiada gente en escena para mi gusto, el dúo de la antipodista y de su portor me ha quitado el aliento. La manipulación de sombrillas es, de por sí, virtuosa y poética, pero tener como soporte el cuerpo de su compañero me ha parecido increíble, a nivel técnico por un lado, y a nivel de expresión artística por otro, ya que me ha parecido muy profundo, sobre todo por la conexión y la compenetración de los dos artistas. (Medalla de plata).

En fin, no puedo hablar de cada uno de los números, sino, esta crónica no acabaría nunca. Vivir la 38ª edición del Festival du Cirque de Demain ha sido una experiencia realmente intensa en todos los sentidos. Fue emocionante, sorprendente, innovadora, virtuosa… había un ambiente de todos los diablos. Si tenéis la oportunidad de ir a París un año, os lo aconsejo muy sinceramente. “Et maintenant, une camomille, et au lit!”

 

Redacción: Pauline Avignon
Fotos: Jd Santos

 

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